Campbell's Soup Cans de Andy Warhol, creadas en 1962, son una serie de 32 lienzos que representan distintas variedades de sopa Campbell. Con esta obra, Warhol exploró su fascinación por los productos cotidianos y la cultura de consumo, convirtiendo un artículo común en un icono artístico. Cada lienzo representa una lata casi idéntica, replicada mediante la técnica de la serigrafía para reforzar la idea de producción en masa. Esta repetición convierte al producto en una «celebridad» visual, subrayando la omnipresencia de los productos comerciales en la vida cotidiana de la época.
La elección de la sopa Campbell fue intencionadamente mundana, ya que Warhol declaró que consumía esta sopa a diario, lo que refleja su interés por hacer que el arte reflejara su entorno personal y la vida ordinaria de la gente corriente. La obra marca un cambio en el concepto de arte, cuestionando la noción de originalidad y autenticidad: al replicar repetidamente la misma imagen y utilizar técnicas industriales, Warhol sugiere que el arte puede perder el aura de singularidad para convertirse en un objeto consumible más. Así, la obra pone de relieve cómo los productos comerciales se incrustan en la identidad y la cultura populares.
Campbell's Soup Cans también representan un desafío a la alta cultura artística al introducir un objeto cotidiano y convertirlo en objeto de contemplación. Con esta obra, Warhol subraya que el arte no tiene por qué ser exclusivo o de difícil acceso, sino que puede inspirarse en cualquier cosa que forme parte de la vida cotidiana. Esta serie de latas se ha convertido en un icono de la filosofía Pop Art, en la que Warhol y otros artistas rompieron las barreras entre el «alto» arte y la cultura de masas, generando una reflexión sobre los límites y el valor del arte en la era de la reproducción industrial.
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Cada pieza está fabricada con un material flexible de neón, consistente en un tubo de PVC o silicona con luces LED, que se monta sobre un tablero acrílico reciclado. Estos materiales permiten crear letreros de neón realistas, con luces brillantes y colores intensos, que a la vez que son más duraderos, asequibles y sostenibles que el neón tradicional.
La sostenibilidad se toma muy en serio gracias a sus luces LED, que consumen 6 veces menos energía que las luces tradicionales y duran hasta 100.000 horas. Estos neones se fabrican con materiales y packaging 100% reciclados, incluida la eliminación de todo el plástico innecesario.